Los pulgones son parásitos áfidos (o afídidos) que forman una sub-familia dentro del orden de los insectos hemípteros. Al igual que muchos otros insectos, puede representar una plaga seria en las numerosas especies vegetales de las que se alimenta (planta nutricia), a parte de ser insecto vector de diversos virus y enfermedades.
Se trata de pequeños insectos de distintos colores (comúnmente amarillo, negro o verde) con un tamaño de 1 a 3 mm. Su cuerpo tiene forma ovoidal, y no se distinguen las 3 partes que lo forman (cabeza, tórax y abdomen). Pueden carecer de alas (ápteros) o tener dos pares de pequeñas alas membranosas y transparentes. En la parte final del abdomen tienen dos pequeños apéndices que le sirven para secretar sustancias repelentes para sus depredadores naturales.
Se encuentran normalmente en el envés de las hojas y en los tallos, formando grandes colonias de decenas (o cientos) de individuos. Desarrollan una relación simbiótica con otros insectos como hormigas o abejas. Los pulgones secretan una sustancia azucarada por el ano, parecida a una melaza, de la cual se alimentan las hormigas, que a su vez protegen a los pulgones de sus depredadores. Algo parecido sucede con las abejas, que incorporan esta melaza a la miel que producen.
Reproducción del pulgón
Los pulgones pueden necesitar una sola planta para completar su ciclo biológico, llamándose de ciclo monoico, o puede que necesiten de dos plantas distintas, siendo entonces de ciclo dioico. Pueden también reproducirse mediante huevos (reproducción sexual, intervienen hembras y machos, que suelen ser más pequeños) o de manera asexual (partenogénesis).
Su reproducción es curiosa, pues a medida que avanzan las generaciones y dependiendo de los factores ambientales se van dando distintas formas en la descendencia, dándose así un enorme grado de polimorfismo. La metamorfosis que sufren las ninfas hasta llegar al estadio adulto es mínima, por lo que larvas y adultos guardan un gran parecido excepto, claro está, en su tamaño.
Su período de reproducción es corto, por lo que rápidamente pueden convertirse en un problema serio. En exterior, normalmente los huevos pasan latentes todo el invierno hasta que se den las condiciones climáticas propicias para su eclosión. Sin embargo, en cultivos de interior se reproducirán ininterrumpidamente, lo que puede traer graves consecuencias si la plaga no se trata a tiempo. Los pulgones suelen permanecer en la misma planta que han colonizado hasta que las condiciones dejan de ser favorables, momento en el que las hembras son capaces de producir una descendencia alada que migrará a otra planta.
Síntomas y daños del pulgón
Los pulgones se alimentan mediante un filamento bucal picador-chupador que taladra el tejido vegetal y succiona la savia de la planta. Como hemos mencionado, a parte del daño que causa a la planta por el hecho de alimentarse de ella debemos añadir también el riesgo de que le contagie con algún virus o enfermedad. Al no rasgar el tejido de la planta para alimentarse, es muy difícil observar en ésta algún indicio de plaga, pues no dejan marcas en las hojas como sí hacen otros insectos.
El primer síntoma que normalmente observaremos será la presencia misma de pulgones en las plantas, pues éstos son fácilmente visibles a simple vista. Podemos ver también como algunas hojas amarillean, se arrugan y secan, así como la aparición de deposiciones en forma de melaza que pueden atraer distintas enfermedades y hongos como la negrilla (Fumaginas sp.), que podemos tratar con oxicloruro de cobre.
Al contrario que otros insectos, los pulgones prefieren los brotes tiernos de las plantas para alimentarse, que puede que presenten un aspecto pegajoso. La presencia de hormigas (Asus niger) suele ser síntoma también de que hay pulgones en la planta, pues éstas se alimentan de la melaza secretada por el pulgón de manera que los cuidan y protegen como haría un pastor con su rebaño.
Así pues, los pulgones (al igual que otros insectos como la mosca blanca) pueden representar una plaga capaz de arruinar un cultivo por su facilidad de reproducción y desplazamiento, así como por la capacidad de transmitir virus y enfermedades que poseen. Prefieren los climas cálidos y la sequedad ambiental, siendo la primavera-verano su época de reproducción natural. El exceso de fertilizantes también puede aumentar el riesgo de que aparezcan pulgones.
Prevención y control del pulgón
Como siempre, insistimos una vez más en la importancia de la prevención a la hora de afrontar las distintas plagas que pueden afectar a nuestras plantas, especialmente si las tenemos en armarios de cultivo , que suelen ser un hábitat ideal para la reproducción de gran número de ellas. Mantener nuestro jardín limpio, retirando malas yerbas o restos vegetales en descomposición es una buena manera de empezar.
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